Por un nuevo referente para la izquierda

Una de las particularidades que podría tener la próxima contienda presidencial es la posibilidad de que se consolide una candidatura de izquierda que busque competir seriamente con la Concertación y la Alianza por Chile. Un candidato y un programa que se ofrezcan realmente como alternativa a quienes han estado excluidos por 20 años de representatividad en el Parlamento y el Gobierno, como absolutamente excluidos de las decisiones políticas de esta larga y abortada transición a una democracia sólida y participativa.

Que despierte de su apatía a los millones de chilenos que, bajo el soporífico duopolio político, no se animan a inscribirse en el registro electoral, anulan o dejan en blanco su papeleta.

Los partidos políticos excluidos y sus dirigentes se proponen deponer sus particulares intereses en beneficio de las demandas cada vez más expresivas de las organizaciones sociales y de los jóvenes que requieren de un referente ideológico y electoral que se identifique con ese tercio vanguardista sumergido. Capaz de convocar, también, a esos sectores de militantes decepcionados de la política cupular, cuanto fastidiados de sufragar siempre por el mal menor.

Con un manifiesto en que se ofrecen como alternativa, dirigentes socialistas, comunistas, de la Izquierda Cristiana y algunos destacados líderes sindicales prometen converger, desafiliarse de sus partidos, si fuera preciso, con miras a enfrentar unidos las próximas elecciones. Pero, sobre todo, hacer frente a un programa común que le devuelva a la economía su vocación social, recupere al país sus riquezas básicas y consolide políticas públicas que se propongan en serio la equidad en la educación, la salud y otras áreas. Que termine con una diplomacia presumida y prepotente que nos tiene de espaldas a la magnífica posibilidad de planear nuestro crecimiento en la integración con nuestros vecinos y no es esa sumisa y pretensiosa estrategia de ser parte de un mundo al cual no pertenecemos y permanecemos distantes según todos los indicadores económicos, políticos y culturales

Surgiría, así, otra expresión política y social que recupere los viejos principios de justicia social, que saque del fango ideológico al socialismo y le arrebate a la derecha y a todos sus acólitos el apellido de demócratas después de su complacencia con la Dictadura y dos décadas más de inequidad social, grosero binominalismo y abyecta actitud hacia los poderes fácticos. Que se reivindique, además, de sus propios despropósitos históricos, exigiendo sin renuncias o negociaciones espurias, que sean el pueblo y su asamblea constituyente los que legitimen una nueva Constitución e institucionalidad. Que renuncie a reclamar y recibir dádivas de quienes nos cogobiernan y funden en la movilización social su capital político para exigir las transformaciones burladas.

Un referente humanista y progresista que gane adeptos no sólo en sus muchas veces, intangibles propuestas doctrinarias o programáticas sino en el compromiso activo con causas que son impostergables cuando enfrentamos una severa crisis económica mundial y en la que hay indicios de querer endosarle el costo a los pobres el mundo y a las naciones que generan productos básicos, como es el caso de nuestro país. Una vanguardia que desde ya agite la movilización social para recuperar nuestras aguas, el cobre y comprometer las reservas fiscales en la generación de industria y empleo, y no en el salvataje de los bancos y entidades financieras que siguen profitando del sudor y dinero ajenos. Que se oponga radicalmente al deterioro de nuestro medio ambiente y frene la intervención criminal de nuestros cauces y bosques; en un territorio que es prodigioso para el desarrollo de fuentes de energía limpias y, a la postre, seguras e inagotables.

Una expresión político electoral que renueve sus rostros y apele no sólo al voto sino al liderazgo de los jóvenes. Que manifieste en su quehacer y estructuras su compromiso con la inclusión social, la paridad de género, transparencia y probidad. Objetivos tan vociferados como vulnerados por quienes nos gobiernan. Que busque ganar en primera, segunda y en las vueltas que sean necesarias para ganar la mayoría ciudadana. En la convicción de que ahora el futuro está más cercano, luego de la caída de un muro que parecía inexpugnable. Como que hubo quienes llegaron a convencerse de que la historia había concluido.