Anarquistas son de clase media y buscan difundir mensajes contra el orden legal

por EL MERCURIO

El académico y psicólogo social Eric Marín viene estudiando a los anarquistas chilenos desde que éstos irrumpieran en la escena pública, en 2004.

Al construir un perfil de ellos, el profesional sostiene que surgieron en la clase media, principalmente en universidades y centros de estudio. "No nacen del lumpen, como se cree, y probablemente algunos tengan experiencia subversiva", afirma.

Agrega que los anarquistas actúan en grupos de dos o tres, sin ninguna jerarquía y mediante comunicación horizontal. Utilizan la telefonía celular e internet para mantener cierta cohesión. Tras cometer sus atentados se desarticulan y vuelven a la masa contestataria que protesta contra el modelo económico y el orden establecido.

Marín, quien ha sido asesor de Carabineros en esta materia, señala que el anarquismo, por definición, tiene necesidad de difundir la autoría y oportunidad de sus ataques, para intentar influir en la sociedad. Por ello, reivindica sus ataques y, de paso, la memoria de anarquistas históricos en la individualización de sus grupos operativos. "Su logística es simple y tienen recursos escasos", asegura.

También utilizan artefactos explosivos de regular poder destructivo construidos con cilindros de gas o extintores de incendio, pólvora negra o TNT, mecha lenta o detonadores activados por baterías o magnetos, fáciles de obtener en el mercado.

Su forma de actuar -explica- corresponde a la filosofía del individualismo anarquista. Y su modelo es el anarcoinsurreccionalismo europeo, similar al surgido en Italia entre los años 2001 y 2005. Sus objetivos son el Estado y sus símbolos representativos de poder.

Los "anarcos" viven encubiertos, confundiéndose entre adeptos de partidos políticos de izquierda, tolerantes con ellos, ecologistas y grupos musicales punk, hardcore y estilo straight edge. Como su "enemigo" es el poder del Estado, sus ataques están centrados en las comunas de Las Condes, Providencia y Santiago, donde están las instalaciones más representativas.

Suelen actuar entre las 23 horas y la 1 de la madrugada, cuando transita escaso público, adoptando resguardos para disminuir la posibilidad de causar víctimas inocentes entre los transeúntes. Los días más comunes en que han actuado son las madrugadas de los lunes y los miércoles.

Los ataques han sido regulares desde el año 2004, con una cifra cercana a los 70, ninguno de los cuales ha sido aclarado por el sistema de persecución penal.

Según Marín, los anarquistas actúan en tres fases. En sus comienzos con bombas de escaso poder y en períodos de paz social; luego aumentan su poder destructivo en protestas y agitación callejera, para en una tercera etapa llegar al atentado directo contra autoridades representativas del Estado.

Investigación

El fiscal Francisco Jacir, de la Fiscalía Metropolitana Oriente, fue designado por el fiscal nacional, Sabas Chahuán, para investigar estos delitos de connotación terrorista, individualizar y llevar a juicio a sus responsables.

Aunque su misión es de carácter preferente, Jacir no ha sido relevado de otras pesquisas, por lo que el Gobierno solicitó que la investigación tenga un fiscal con dedicación exclusiva, lo que aún no ha sido resuelto.

Para su labor ha contado con los instrumentos legales, el personal y los recursos solicitados al Ministerio del Interior. Pero hasta ahora su investigación no ha mostrado mayores resultados.

Entre las instituciones que colaboran con el fiscal Jacir están la Fiscalía contra el Crimen Organizado, del propio Ministerio Público, la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros (Dipolcar), la Jefatura de Inteligencia de la Policía de Investigaciones, la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) y el Consejo de Defensa del Estado (CDE).

ATENTADOS

IMPUNIDAD: Cerca de 70 son los bombazos detonados por los anarquistas, ninguno de los cuales ha sido aclarado hasta ahora.