DE LA ESQUINA A LA PARTICIPACION
La concepción de ser joven y un análisis más detallado de los diferentes enfoques lo hemos desarrollado en DE LA ESQUINA A LA PARTICIPACION, Santiago Ortiz, Henry
Betancourt, Jorge Maguiña, ACJ 1996.
En estas ciudades de edificios y barrios pobres, de sueños y frustraciones los jóvenes viven algo en común: la exclusión, con la agravante de que el joven popular es doblemente excluído, por ser pobre y joven.
Hablamos de una sociedad que privilegia el mercado sobre el ser humano, que propicia la subordinación de la mujer, que es racista y para completar el cuadro, es adultocéntrica.
El aceptar esta realidad no quiere decir que el adulto es “malo” y hay que luchar contra todos los adultos. El adultocentrismo es una forma de ver la vida, es una manera de ser y estar en la sociedad, de establecer relaciones. La cultura adultocéntrica que no solo es un estilo del adulto sino también atraviesa a los jóvenes. De esto se derivan varias consecuencias, entre ellas:
1) La elaboración de un discurso sobre los jóvenes que nada tiene que ver con su realidad
2) La ausencia de espacios de reconocimiento y participación en los entornos cotidianos del joven (familia, colegio, barrio, ciudad).
programas sociales se dedican más a atender a niños y mujeres, eso está bien, pero se han descuidado de los jóvenes, esto hace ver que a nivel del Estado y la sociedad en general existe poca preocupación y conocimiento de lo que sucede a los jóvenes, a tal punto que nada se ha dicho sobre los derechos de los jóvenes porque para el Estado y la Sociedad el joven no existe como presente. En la casa, el poder de decisión está en el adulto, los padres o sus representantes deciden el futuro de los jóvenes.
Los jóvenes carecen de espacios para la creatividad, recreación y participación lo que les ha convertido en receptores pasivos de lo que otros (padres, profesores, representantes) deciden. La carencia de estos espacios impide las posibilidades de expresión y actoría juvenil, pues es una necesidad vital y un derecho de la juventud el plantear sus problemas, expresar e intercambiar sus ideas, señalar sus desacuerdos, actuar y ser parte de un colectivo.
Los espacios físicos para el accionar grupal y social están copados por otros sectores sociales, lo que impide que los jóvenes puedan disponer por ejemplo de casas barriales u otros espacios para sus actividades. La participación de los jóvenes en los entornos (colegio, familia, barrio, ciudad) se ve restringida lo que no permite la proyección e incidencia como sujeto de derecho.
• En consecuencia:
• Los jóvenes tienen dificultades para constituirse como actor social
• Los derechos de los jóvenes son postergados
• Ausencia de liderazgo
• Los jóvenes son invisibles y no ejercen de manera consciente su ciudadanía
• la organización juvenil no trasciende a niveles que le permitan desarrollar propuestas respecto a sus problemas y necesidades.
El término participación puede tener diferentes significados según los puntos de vista, por ejemplo:
• el hacer acto de presencia en las mingas
• hablar en los talleres
• el asistir a las reuniones y asambleas
• el decidir
Nuestro enfoque se dirige a la participación como el proceso por el cual accedemos a espacios de decisión. Participar es decidir, esto implica la construcción de la actoría juvenil en todos los entornos del joven; familia barrio, colegio, ciudad, país
El acceso del joven a espacios de decisión no solo hace reconocimiento del joven como un ciudadano sino que también es empezar a considerar al joven como capaz y propositivo con un perfil e imagen diferente a la de un “pre-delincuente”5, es reconocer las cualidades y potencialidades de los jóvenes. De ahí que el joven como sujeto de crédito o el cogobierno educacional en los colegios tienen sentido pues constituyen más que una declaración de derechos una opción por participar.
Se hace necesario la construcción de redes para trabajar lo juvenil como posibilitadores de encuentros, propuestas e interlocuciones. Hablo de Lo juvenil y no de los Jóvenes porque me parece que para salir de las situaciones de exclusión no solo depende de los jóvenes y su protagonismo sino también de establecer diálogos intergeneracionales y apuestas en las que se pongan la camiseta instituciones, adultos y otros actores.
Esto implica preparar al país a las instituciones y a los mismos jóvenes para una apuesta de este tipo. Se requiere de un marco jurídico, un equipo de personas que se dedique a hacer y pensar lo juvenil, organizaciones que se compren el pleito y toda una corriente de organizaciones juveniles renovadas y con nuevas pilas. Obviamente